El nuevo gobierno tiene
la responsabilidad de precisar la meta de empleo, indicando cuáles son los
sectores, las regiones y las ocupaciones en donde se van a generar los nuevos
empleos.
El seguimiento del
cumplimiento de las promesas hechas por los candidatos debería ser una de las
actividades prioritarias tanto para el gobierno como para la oposición. Si el
gobernante de turno ha recibido el apoyo para un plan de generación de un
millón y medio de empleos, es necesario establecer un esquema que permita
seguir el cumplimiento de los ofrecimientos realizados en el campo laboral.
Los nuevos encargados
de la política económica muy pronto van a comprobar que la información sobre el
empleo en Colombia es bastante deficiente. El DANE dentro de sus
investigaciones regulares produce resultados solo a nivel de los principales centros
urbanos. La encuesta de hogares de más amplio cubrimiento, que se realiza en el
mes de diciembre, cubre las áreas metropolitanas de Barranquilla, Bucaramanga,
Cali, Manizales, Medellín, Pereira, Cúcuta y las ciudades de Bogotá, Pasto,
Ibagué y Montería.
El número total de
empleos en Colombia es una cifra casi imposible de obtener. Aunque en los
Censos se indaga sobre el estatus laboral de la población colombiana, sus
resultados no son comparables con los producidos en las encuestas de hogares.
Los resultados del censo del 93 aún con las limitaciones anotadas podrían
servir de base para conocer el número de empleos que recibe el próximo
presidente. Ante la carencia de esta información es necesario proyectar a
partir de la información del 85 y de mediciones sectoriales realizadas por el
DANE.
Si partimos de
9’146.000 empleos registrados en el Censo de 1985 y utilizamos otra
información, podemos calcular que el número de empleos pueden ser de unos 12
millones 800 mil. De estos, unos 3 millones 300 mil corresponden al sector
agropecuario, 3 millones 800 mil al sector asalariado y cuasi asalariado, casi
2 millones 600 mil se ubican en el sector informal independiente y un poco
menos de un millón corresponden al sector público.
Para calcular el número
esperado de empleos es necesario conocer en detalle el modelo de desarrollo que
va a seguir el próximo gobierno. Una aproximación del número de empleos creados
en el próximo cuatrenio se puede obtener considerando la tendencia histórica
que podría servir de base para la evaluación del plan propuesto por el
candidato triunfante. La experiencia ha mostrado que en condiciones normales,
el número de empleos ha venido creciendo al 3 por ciento por año. En cuatro
años el crecimiento compuesto sería del 12.6 por ciento lo que quiere decir que
se habrán creado un millón seiscientos mil empleos nuevos.
Estos cálculos burdos
hechos en el reverso de un sobre podrían mostrar que el cumplimiento de la
promesa puede ser relativamente fácil pues lo que se necesitaría sería mantener
a la economía dentro de una trayectoria que permita sostener el crecimiento
observado en el pasado. Es claro que el país no está interesado en crear un
número determinado de empleos, lo que está buscando es que estos empleos sean
productivos y que se elimine el gran problema de la informalidad. Por tanto, lo
que se necesita es precisar cuáles van a ser los empleos que se quieren crear
para que se pueda establecer si los programas tienen el éxito esperado.
El nuevo gobierno tiene
por lo tanto la responsabilidad de precisar la meta de empleo, indicando cuáles
son los sectores, las regiones y las ocupaciones en donde se van a generar los
nuevos empleos. Además, debe establecer a la mayor brevedad, un sistema de
seguimiento a la creación de empleo. Debe dotar al DANE y al Ministerio de
Trabajo de los recursos necesarios para hacer las encuestas que permitan
establecer a nivel de todo el país la evolución del empleo. El gobierno debería
comprometerse con el país a presentar en su informe al Congreso un estado del
cumplimiento de las metas de empleo. El país podrá juzgar entonces, si las
promesas se han cumplido o si todo se quedó en buenas intenciones.
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